Cenamos tranquilamente, después de la tormenta, siempre llega la calma. Necesitamos que se nos pase el momento enfado, para seguir con nuestra última noche. Le envío un mensaje a mi amigo, para que no se preocupe.
YO: Todo bien. Hemos llorado, hablado y ahora estamos cenando tranquilamente. Gracias por estar ahí.
RUSO: Siempre para ti, amigo. Disfrutar de las horas que os quedan. Mañana nos vemos en la oficina de Fernando.
Sonrío, mis amigos siempre en las buenas y en las malas. Veo como Mónica, en la pequeña cocina, prepara algo para picar. Ya no llora, sonríe levemente, quiere aparentar, que no pasa nada.
La miro de pies a cabeza, ese cuerpo que ha sido mío, con sólo en pensar en ella desnuda, la amiga que tengo debajo del pantalón, salta de alegría.
Mi mente viaja a la noche que la llevé al club, sólo con ver su cara ilusionada, merecí