Aun no te olvido (2da. Parte)
El mismo día
New York
Amber
El ser humano tiene la manía de cuestionarlo todo, como si la vida misma no pudiera existir sin un porqué. Pero cuando las respuestas no son evidentes, escarba, insiste, busca patrones donde no los hay, porque la incertidumbre lo devora más que la verdad misma. No se conforma con lo que tiene frente a los ojos, no se resigna. La resignación es un castigo que no está dispuesto a aceptar.
Tal vez no todo tenga que tener lógica. Tal vez haya cosas que simplemente son. Y es precisamente eso lo que desconcierta, lo que genera esa necesidad absurda de hallar una explicación, incluso en lo inexplicable. Porque la mente no soporta el vacío, porque la duda es un eco que no deja de resonar hasta ser silenciado con certeza.
Pero más allá de lo que podemos palpar, más allá de los hechos fríos y objetivos, hay detalles minúsculos, grietas imperceptibles en la superficie de una historia. Y si algo no encaja, si algo parece fuera de lugar, es imposible ignorarlo. Nos impu