Ignacio la miró enarcando una ceja, ¿desde cuándo él perdió de vista la frivolidad de su esposa?
–¿Y si yo quiero hijos?
–Ay cariño, adoptamos o alquilamos un vientre, pero yo no voy a deformar mi figura con un niño, no, no, no –repetía al tiempo de negar también con su dedo índice y su cabeza para hacer más categórica su posición.
–Posiblemente haga un viaje a Italia –espetó de pronto.
–¿Cuándo? A mí me encantaría ir a Milán a un desfile de modas, también a Verona para ver la casa de Julieta y a Roma para tomarm