Hugo no dijo nada, así que Kevin supuso que era porque solo se estaban conociendo aún.
Kevin sabía que era inútil preguntarle, sonrió, se puso en cuclillas y le preguntó a Ana: —Ana, ¿cuántas veces has visto a la chica con la que almorzaste al mediodía? ¿Sabes cómo se llama?
La mano de Hugo que apretaba la taza se tensó bruscamente: —¡Kevin!
Ana no entendía lo que pensaban los adultos, no conocía a Kevin tan bien, pero cuando le oyó preguntar por Rebeca, Ana se lo pensó y sin miramientos dijo: —¡Tres veces? Se llama...
Cuando Hugo y Rebeca se habían encontrado hoy, él ni siquiera la llamó por “señorita Estrella”, y Ana no recordaba cómo se llamaba Rebeca.
Miró a Hugo suplicante: —Tío, ¿cómo se llama?
Hugo bajó los ojos: —La próxima vez que la veas, puedes preguntarle.
Ana asintió feliz: —Bien.
Kevin: ...Joder, no nos cuentas nada.
Hugo le ignoró.
Ana vio lo mucho que le gustaba a Carolina el llavero de cristal que tenía en la mano y, aunque estaba un poco apenada, se lo regaló.
Carolin