Tan pronto como Kevin envió su mensaje, salió el aviso de que Hugo había dejado el grupo.
Kevin se quedó sin palabras. Rápidamente lo volvió a añadir y comentó: “Solo estaba bromeando. Dios mío, qué mal genio tienes”.
Antes de que Hugo pudiera responder, añadió otro mensaje: “Al fin y al cabo, todo es culpa tuya. Ayer te dije que hoy iba a salir, pero ninguno de ustedes estaba libre. Y salí solo, ahora me aburro”.
Ayer, cuando Kevin sugirió ver la lluvia de meteoritos y acampar, Hugo había rechazado, alegando compromisos previos.
A decir verdad, su corazón había dado un vuelco cuando Kevin mencionó que Rebeca también estaría allí.
Mirando fijamente el chat grupal, aferrado a su celular, hizo una pausa antes de responder: “Mándame la dirección”.
Kevin solo quería desahogarse un poco; en realidad, no esperaba que sus amigos cambiaran de opinión.
Al ver el mensaje, se quedó paralizado durante medio segundo antes de reaccionar. Inmediatamente mandó la dirección y luego preguntó, aún sin es