Ryan, al verla, no mostró mucha sorpresa. Simplemente asintió cortésmente con una sonrisa.
—Señorita Mena.
—Cuánto tiempo. No esperaba encontrarme con usted aquí —comentó ella, echando un vistazo a las cosas que llevaba antes de sonreír e invitarlo debidamente—. ¿Ha venido con el señor Ramírez y el señor Maurer? Da la casualidad de que también vine con amigos. Ya que todos nos conocemos, ¿quieren unirse a nosotros? Cuanta más compañía, más animada será la conversación.
Ryan: —Harry y Borja no están aquí. He venido con otros amigos.
A continuación, añadió educadamente:
—Mis amigos me están esperando. Debo marcharme. Ya nos pondremos al día en otra ocasión.
Su respuesta fue cortés y educada, pero ella había sido la que lo invitó y él no mostró ninguna intención de corresponder. En este contexto, su cortesía y educación eran, en esencia, una forma de distanciamiento y rechazo.
Natalia lo entendió, pero su sonrisa siguió siendo perfectamente serena.
—Muy bien, pásenlo bien.
—Igualmente.
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