—No hace falta, abuela —respondió Rebeca—. Tengo trabajo que hacer. Me saltaré la cena.
¡Como si tuviera trabajo que hacer! Estaba claro que simplemente no quería quedarse más tiempo y le daba cosa quedarse.
Lógicamente hablando, aún no estaban divorciados formalmente. Rebeca seguía siendo la señora Lafuente, por lo que no era para tanto quedarse allí.
Sin embargo, para Rebeca, tal vez desde el momento en que comenzaron a prepararse para el divorcio, ya había trazado mentalmente una línea entre ella y Logan.
Esperanza lo entendía todo.
Como Rebeca se mostraba insistente, consideró que no era prudente seguir presionándola.
Lanzó una mirada feroz a Logan.
Él fingió no darse cuenta y se volvió hacia Rebeca. —Yo te llevaré.
—No hace falta —rechazó Rebeca—. Tienes cosas que hacer. El chófer me llevará.
Logan no insistió más. —Bien.
Rebeca regresó a su habitación para tomar el bolso y se dispuso a marcharse.
Esperanza y Logan bajaron a despedirse de ella.
Carolina solo entonces se enteró de