Rebeca solo pudo abrazarla para evitar que se cayera.
Solo que, en cuanto se abalanzó, el aroma del perfume de Natalia volvió a colarse en sus fosas nasales.
Tomó su mochila y la dejó a un lado en el sofá, tirando de ella hacia atrás cuando estaba a punto de correr hacia la cama y preguntándole: —¿Te has duchado?
—Sí.
El hecho de que aún oliera a Natalia después de ducharse solo podía significar que Natalia vivía con ella y Logan, o que Logan y Natalia la habían traído juntos.
Solo que no la habían acompañado a la villa.
Rebeca dijo suavemente: —Te has ensuciado, cámbiate de ropa.
Carolina recordó que sí se había dado una vuelta por allí después de la ducha y que sudó un poco.
Asintió y, obediente, se metió sola en el baño para cambiarse de ropa.
Rebeca, por su parte, siguió organizando sus informaciones.
Carolina se cambió, salió del baño y sacó un pequeño juguetito de conejo de su mochila: —¡Mamá, mira esto!
Rebeca lo miró y dio un respingo: —Es...
—¡Papá me lo compró! ¿A que es lind