Cinco días después James se encontraba en su despacho, intentando perder su mente y mantenerla ocupada con papeles con tal de no ceder ante la tentacion de ir trás su pequeña.
Cada día era más dificil mantenerse firme con aquella decision, pero sabía que era lo mejor. Ella era muy pequeña aún, él ya tenía 100 años y no quería amarrarla a él con algo de lo que ella nisiquiera era parte en cierta forma.
Porque si bien ella habia crecido aquí con ellos y sabía las costumbres, ella no sentía de la misma manera como ellos y no la sometería a un vínculo que ella probablemente nunca sentiría.
–¿Dónde quedarón los permisos que debo firmar para las nuevas remodelaciones? –preguntó a su beta mentalmente–. No los encuentro.
Removió las carpetas y papeles variados que tenía sobre su escritorio, pero no lograba dar con ellos y recorsaba que debían ser firmados a más tardar hoy o no podrian hacer las remodelaciones que debían.
–Los dejé ahí encima –le respondió–. Pero con el desorden que tienes ah