Capítulo 25.
Sé que uno de ellos tenía una mano falsa y el otro había perdido la visión en un ojo. Se me hace un nudo en el estómago en cuanto pienso que ellos han sido castigados por amar a alguien que no debían y estuvieron exactamente en la misma situación que yo. Trago con fuerza y trato de deshacer la horrible pelota que tengo en la garganta.
No esperaba que vinieran e incluso su presencia inesperada empiezan a incomodarme. Aparto la mirada. Son tan apuestos que me he puesto roja.