Alan
Tomé la decisión de vivir en la casa de mis padres, era la primera vez que lo hacía desde que ellos murieron, pero el Alan tonto se acabó.
Llegué al límite cuando fui y la busqué, pagué una suma exorbitante solamente para tenerla para mí, no sé en qué estaba pensando, me descoloqué por completo cuando me di cuenta que ella estaba con cualquier hombre, que se estaba vendiendo y que cualquiera podía tocarla.
Quizá fue una forma en la que pude despedirme de todo esto, de despedirme de ella.
Escuché los gritos, quisiera decir que no me importó, pero eso sería una completamente mentira.
—¡Sueltala maldito desgraciado! —grité con fuerza.
—¿Tú qué haces aquí? ¿quién te dejó entrar a mi casa? —él pregunta, molesto y queriendo asesinarme con la mirada.
—No te equivoques Will, esta no es tu casa… no necesito tu permiso para entrar porque ahora voy a vivir aquí. Ahora suéltala si no quieres que la policía esté arrastrándote en estos momentos —advertí.
Él la soltó y la miró con rabi