Subo a la habitación y cuando enciendo la luz, lo primero que veo es que le han hecho algunos arreglos. En algunas paredes se aprecian fotos de mi bebé durmiendo plácidamente entre mis brazos o en los de mamá, mientras en otra su nombre forma parte de la decoración.
—Creo que mamá cometió una locura al venir —le digo a mi bebé, acomodándolo en su cuna y arropándolo con una manta.
Sin saber que más hacer, muerdo mi pulgar y después de pensar que es una insensatez, salgo con mucho cuidado de la habitación y me dirijo a la que Liam y yo compartimos durante muchos meses.
Abro la puerta, mirando sobre mi hombro en caso de que Liam decida subir y cuando me percato de que estoy sola me cuelo a la habitación. Enciendo la luz y aunque pensé que tal vez encontraría una habitación irreconocible, lo cierto es que todas mis cosas permanecen en el mismo lugar que las dejé hace meses.
Me acerco al clóset y cuando enciendo la luz, veo todas mis prendas como si estuviesen esperando a que las use d