Después de llegar a Nueva York subimos a la limusina que nos espera en la pista de aterrizaje. Ethan ha sido tan atento y comprensivo conmigo que no sé cómo corresponder a sus atenciones. Pero, si soy sincera conmigo misma, hay algo en él que me atrae y a lo que no puedo resistirme por más que lo intente.
Bajo la mirada y observo nuestras manos entrelazadas. No hice nada para evitar que la tomara, porque de esta manera me siento segura y tranquila. Él mueve su pulgar y roza mi piel de forma delicada con la yema de su dedo.
―¿Te sientes bien, cariño?
Elevo la mirada y lo miro a los ojos. Hay algo en ella que se siente familiar.
―Sí, gracias, un poco inquieta por la novedad, pero tranquila.
Sonríe, eleva nuestras manos unidas y besa mi mano con mucho cariño.
―Te prometo que todo estará bien.
Asiento en respuesta. Recuesto mi cabeza en su hombro, porque ahora más que nunca necesito de su apoyo y comprensión. Respiro profundo y me pongo a pensar en las cosas de las que me enteré cua