Ya empezaba a caer la tarde cuando llegue a la casa. Había ido a un centro comercial a comprar algunas pocas prendas de vestir que me sirvieran para mi nuevo empleo y dieran un poco de sosiego a mi descalabro de sistema nervioso, debido todo a la amenaza implícita en aquel mensaje perturbador.
Las prendas anteriores solo eran para estar cómoda y presentable pues en el trabajo de camarera usábamos uniforme para lucir todas iguales y solo debía llevar mis propios zapatos. No se me podía culpar de tener demasiado fondo de armario.
Había ido reuniendo algunas mudas de ropa a lo largo de estos tres meses según iba cobrando porque cuando me fui de allí solo me lleve lo puesto.
Mi huída había sido tan intempestiva e improvisada que no me detuve a recoger nada que no fuera el poco efectivo que te