Todo lo que me escribió no hace más que cabrearme más, al punto que deseo mandarlo a mierda, y como toda mujer impulsiva que soy tecleo sobre la pantalla
Yo:
¿sabes qué Andrew? vete a la mierda. Si tienes o no tienes algo con la jodida pelirroja es asunto tuyo, a fin de cuentas, tú y yo no somos absolutamente nada.
Lo envió y lanzo el aparato contra el otro extremo de mi cama y me dejo caer sobre mis almohadas. Al cabo de unos segundos otra notificación.
Andrew:
¡¡wow!! que madura resultaste ser... como quieras Asier. Cuando creas que has vuelto a ser la mujer segura de sí misma que no tiene pelos en la lengua para poner a quien sea incluso a mí en su lugar, conversamos nuevamente.
Un grito de furia se escapa de mis labios y dejo el móvil sobre la cama.