Marcus acaricio su espalda mientras su esposa lo follaba tan bien, tan jodidamente bien, escuchar cada uno de sus gemidos era la gloria. ¿Qué más podía pedir? Catherine lo tenía todos y él sería su esclavo si se lo pidiera. Pronto las pobres piernas de la rubia empezaron a perder fuerza, así que levantó su trasero haciendo que el pene de D'monte saliera de ella, se recostó sobre la cama abriendo las piernas, llamándolo con la mirada, era su turno ahora.

-Te haré suplicar. - Se burló gateando hasta posicionarse entre sus piernas.

-Deseo que lo hagas. - Subió sus manos hasta su cuello y lo atrajo para probar nuevamente el dulce sabor de sus labios. Se unieron de nuevo y Catherine sintió como Marcus la penetraba de vuelta-. Te amo, te amo tanto. -Abrazó sus caderas cuando empezó a moverse de manera paulatina.

-Gatita... Sabes también cuanto te amo... y te amaré por siempre. -La miró a los ojos mientras seguía moviéndose, viendo el rostro sonrojado de su esposa, sintiendo como se derretí