-¡Hola, mesera! -Marc sonríe apenas ve mi inminente sorpresa.
Me encuentro estática y expectante. ¿Cómo pudo saber donde vivo? ¿Y qué es lo que quiere? Por un momento me hundo en un abismo, pero recupero mi conciencia, cuando recuerdo que mi mamá está a unos segundos de preguntarse por qué estoy tardando, mientras estoy frente al hombre que sabe que fui una prepago .
-¿Qué haces aquí? -logro decir entre dientes, cuidando el volumen de mi voz.
-Quien diría que debajo de ese aburrido uniforme de mesera se escondiera una prepago tan sexy. -Me escudriña con la mirada de arriba abajo, mordiendo su labio. Me siento temerosa, si mi mamá llega a verlo y saber la verdad será mi fin.
-¡Cállate...! -le digo molesta y doy un paso hacia fuera-. Mi mamá no lo sabe -le susurró con enojo y Marc arquea una ceja, curioso.
-¿El que?... ¿Qué eres una mesera? -Bromea y no puedo creer que está situación la encuentre graciosa.
-¡Hija! ¿Por qué tardas tanto? -¡Mierda, mi mamá! Estoy aniquilando a Marc con la