Freya
Lo retuve mientras se disponía a irse. Por la forma en que apretaba los labios y me miraba con los ojos entrecerrados, no cabía duda de que lo había presionado demasiado, tanto que me dijo el nombre que odia. Solté su brazo y retrocedí lo suficiente para poder mirarlo con atención.
"Odio que me oculten, ¿por qué no me cuentas todo lo que necesito saber sobre los de tu especie? Todos me odian por alguna razón que desconozco. No puedes seguir ordenando a la gente que deje de ser ellos mismos conmigo", espeté furioso, esperando que por una vez entendiera a qué me refería.
"Hablando de no ocultarte nada, ¿sabes que toda tu vida ha sido un secreto?", preguntó, haciéndome fruncir el ceño.
"Créeme, Freya, es mejor que no lo sepas, al menos no todavía", concluyó antes de salir de la habitación, su explicación no hizo nada para calmarme, en cambio me hizo enojar más.
Estaba a punto de acomodarme en la cama cuando la puerta se abrió de golpe. Hazel entró cantando en voz baja y se detuvo a