Capítulo : Donde Arde el Silencio.
El mediodía caía pesado sobre la ciudad, con ese calor pegajoso que hacía latir las sienes y agudizaba los sentidos. Mateo esperaba en la esquina de la consultoría Funes, con las manos en los bolsillos y la vista clavada en el pavimento. No sabía por qué estaba ahí. O sí. Pero no lo quería admitir. El mensaje de Sergio había sido claro: “Necesito hablar con vos. Cara a cara.”
Y ahí estaba.
Cuando lo vio cruzar la avenida, con la camisa arremangada y la mirada determinada, supo que no sería una charla liviana. Sergio no caminaba como un amigo que venía a consolar. Caminaba como alguien que venía a poner los puntos.
—¿Mateo? —dijo, firme—. ¿Podemos hablar?
Mateo asintió sin hablar.
Sergio lo miró de arriba abajo y se cruzó de brazos.
—¿Querés que vayamos a dar una vuelta o preferís que te lo diga acá, en la vereda, delante de todos?
—Decilo —susurró Mateo—. Si es lo que viniste a hacer, decilo.
—Perfecto —respondió Sergio, sin titubear—. Porqu