Amistades Renovadas
Después de la cena, Ismael y Carolina se quedaron en el porche mientras todos los demás se retiraban. Había algo más liviano en el aire esa noche. Quizás la felicidad de Verónica y Emanuel los había contagiado, o tal vez el tiempo había empezado a sanar las heridas.
—¿Te parece si volvemos a ser amigos? —preguntó Carolina, rompiendo el silencio.
Ismael la miró, sorprendido.
—¿Amigos? —repitió, con una media sonrisa—. Pensé que ya éramos algo más… cómplices, tal vez.
Ella rió, relajando la tensión.
—Cómicos, más bien —respondió con una sonrisa—. Te extrañé, Isma.
—Yo también, Caro. Más de lo que podés imaginar.
Ambos sabían que había mucho por resolver, pero por ahora, decidieron disfrutar de la compañía mutua. Los fines de semana comenzaron a reunirse, a recuperar la complicidad que tanto extrañaban. Sin celos, sin presiones. Aunque ninguno lo admitiera, el recuerdo del beso seguía latiendo entre ellos, como una promesa sin cumplir.
No había que apurar nada por aho