No podemos entrar al beso del hada

El timbre de la gran casa sonó y Adele pegó un salto de emoción. A la joven se le notaba mucho la emoción y la alegría por la persona que acababa de llegar.

Laura la miro y frunció el ceño.

— ¡Ya llegó! — dijo la joven a su amiga Laura que solo la observa en silencio.

—¿Quién llegó? — preguntó Laura. Se suponía que ellas dos irían solas a la discoteca y allá se encontrarían con Chery. Eso era lo que ambas habían planeado. Por eso su sorpresa al oírla hablar.

—Invite a Alysa para que seamos más compañeros y no nos pongamos en riesgo nosotras las mujeres solas— dijo con tal naturalidad y Laura no disimuló su disgusto.

—«Otra chica»— pensó Laura al ver la ironía de la situación. Eran solo mujeres y ninguna sabían d

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