97. Mera curiosidad
Nick
A la mañana siguiente, ambos más descansados, abro los ojos y mi computadora sigue encendida al igual que la de ella, abre los ojos y me mira.
—Buenos días —sonríe mientras se talla los ojos.
—Buenos días —me pongo de pie y me estiro —esto hubiera sido mejor si me hubieras dejado dormir contigo, al menos así no tendría que verte a través de la pantalla, porque te tendría frente a mí.
—Te haré esperar más tiempo —menciona levantándose también.
Ambos estamos buscando la ropa en nuestro armario.
—¿Por qué?
—No lo sé, me gusta molestarte, es divertido ver cómo te enfadas.
Y vaya que sí, hasta parece que es su pasatiempo favorito, cuando terminamos de cambiarnos me detengo a verla.
No puedo creer que sea tan preciosa, todo de ella me tiene cautivado.
—¿Qué tanto miras, pervertido? —se acerca a su portátil.
—Es que eres preciosa, eso y que tu trasero se ve espectacular con esos jeans ajustados.
—¡Nick!
—Tú has preguntado, no es mi culpa que sea un hombre sincero.
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