Secretos de la mafia
Secretos de la mafia
Por: Sara Rufino Mejia
1: El nuevo dueño del club

Sus manos recorren mi cuerpo sin límite alguno mientras deja besos húmedos en algunas cicatrices, me aferro a su cabello y suelto todo el aire que estoy conteniendo, sabe moverse, los besos se intensifican, ninguno de los dos quiere parar, cargándome me lleva hasta la cama y siento que pierdo la noción de lo que ocurre a mi alrededor ¿Cómo llegamos a este punto?

Jadea cuando capturo su labio con mis dientes y me mira con completa fascinación.

—¿Te he dicho lo perfecta que luces?

—A cada rato —intercambio los papeles colocándome encima de él.

Beso su abdomen y bajo sin detenerme.

—¡Carol! —suelta mi nombre preso del éxtasis.

Eso solo me indica que lo estoy haciendo bien, y pensar que cada día que pasábamos lejos solo incrementaba el deseo que teníamos por estar haciendo esto.

Tocan a la puerta, se escucha la voz de una mujer diciendo que viene a hacer el servicio, a estas horas me sorprende que el hotel mande a su gente.

—¡Ahora no, lárgate! —espetó.

Lo observo divertido y se acorta la distancia entre nosotros sonriendo a centímetros de mis labios.

—Quédate —susurra.

—Eres una persona ocupada, Nick, apuesto a que las empresas esperan por ti.

—Me vale un carajo, quédate.

—Dos palabras, cinco letras, dilo y me quedaré.

Sabe que lo que siento por él es real, que jamás había deseado tanto algo como lo deseo a él, como lo amo a él.

El silencio se extiende más tiempo del que quisiera, me mira entre la confusión y el asombro.

—Nick…

—Te amo —no me deja responder nada cuando ya me colocado debajo de él para repetir el proceso.

Y es justo cuando creo que llegaré al clímax que despierto abruptamente y con la frente llena de sudor y con la respiración agitada.

—¿Qué pasa? —Ximena se talla los ojos mientras se incorpora y enciende la lámpara —ay, no.

Mi mejor amiga me conoce bien.

—No es nada.

—¿Cómo no va a ser nada? Yo sabía que nuestro último día de vacaciones no teníamos que pasarlo en un hotel, además un asesino podría entrar y ya sabes.

—Ximena, nadie va a morir hoy —intento tranquilizarme y toco mi frente.

Mi mente siempre se encarga de gastarme malas bromas.

—Soñaste con él de nuevo ¿Verdad?

—No sé de qué estás hablando.

—Carol…

Para que fingir, ya lo sabía.

—Sí, pero no importa, eso pasó hace 3 años, no es la gran cosa.

—Si te afecta a ti claro que es la gran cosa.

—Me dejó, Ximena, dijo que me amaba y justo después de darme la mejor noche de mi vida en aquel hotel se largó y no supe más de él.

—¿Intentaste ponerte en contacto con él?

—¿Tú qué crees?

—Pero no le perdiste de todo el rastro cierto.

—No, lo vi en televisión, en revistas, redes sociales, todos hablan del gran CEO, el joven con el futuro más brillante.

—Ni tan joven, 27 años y parece un anciano.

Sé que lo decía para consolarme, por cualquiera que viera a Nick Lancaster se daría cuenta que no es nada anciano y que el hombre está más que bueno.

Maldigo todas las veces que ese recuerdo viene a mi mente, despierta o dormida, jamás debí encontrarme en Inglaterra con él, jamás debí acceder a ir por un trago con él, jamás debí mantener tantos años el contacto con él y por supuesto, jamás debí acostarme con él.

—Un poco de sexo y te has quedado traumada durante 3 años, deberías seguir mi consejo y no tener implicaciones amorosas, es lo que yo hago y mira que me ha funcionado bien.

—Sí, te ha funcionado para no tener ninguna relación seria.

—¿Quién la necesita cuando se puede tener lo único que te importa cuando y donde quieras?

—Punto a tu favor.

—Carol, intenta dormir, pasamos unas vacaciones increíbles aquí en Clawood como para que el recuerdo del idiota y apuesto empresario de Nick Lennox te persiga.

—Gracias por recordarme que es apuesto —respondo entre risas.

—Duerme, mañana a primera hora volveremos a Steelney.

—De acuerdo, descansa, Xime.

—Igual tú —apagó la lámpara y volvió a acomodarse.

No pude dejar de pensar en él, en el gris de sus ojos, en su cabello despeinado que tanto me encantaba, en la manera en que me hacía sentir, pero no está y es absurdo pensar que volverá, ahora es un importante empresario, CEO de una empresa clave en Inglaterra ¿Qué querría hacer aquí en Steelney? Nada, no nada que lo ate a esta ciudad, ni siquiera yo, es por eso que me dejó y me alegro, porque no hay nada el mundo que quiera más, que estar lejos de Nick Lennox.

* * *

1 SEMANA DESPUÉS.

 —Estoy emocionada, volvemos a trabajar

—Como camareras —finjo toser.

—Es un trabajo ¿Sí? Y con la llegada del nuevo dueño del club seguro que nuestros sueldos subirán, ya puedo imaginarme en un auto mejor que este.

—¡Oye! Mi auto tiene mucho valor para mí ¿Sí?

—Solo sentimental ¿Crees que el nuevo dueño sea apuesto? —iba a responder, pero me detuvo —yo creo que sí, dicen que es muy importante incluso hay rumores de que está metido en cosas perversas.

—Deberías dejar de creer en lo que dice la gente o lo que lees en internet.

—Soy precavida —señala —aunque después del hombre con el que estuviste es entendible que no quieras a nadie más.

—Nick y yo no

—Ya sé —interrumpe —nunca estuvieron juntos oficialmente.

Estábamos adentrándonos al estacionamiento cuando noté que Ximena no estaba disminuyendo la velocidad, empecé a preocuparme al ver que no hacía nada.

—Frena —le pedí.

—Ojalá pudiera.

Nos acercábamos más hacia un auto y el nuestro no se detenía.

—¡Frena! —grité.

—¡Trato de hacerlo, pero no puedo, tu carcacha no sirve!

—¡Ximena! —me cubrí con las manos esperando el impacto, pero nunca llegó.

La buena noticia es que el carro frenó justo a tiempo, la mala es que golpeamos el auto de enfrente. Presas del pánico bajamos para ver su estado, esto era un desastre.

—No luce mal —la miré cruzándome de brazos —bien, luce muy mal, pero ¿Sabes qué? No conocemos al dueño, así que vamos.

—¿Qué?

Antes de poder seguir quejándome tomó mi mano y me llevó con ella para llegar a la entrada principal del club donde nuestra encantadora guía turística no esperaba. El día no podría empeorar.

—Dark Queen llegó para arruinarnos el día —murmuró.

—Buenos días, para quienes no me conozcan soy Catalina y les daré el recorrido a petición del dueño quien está un poco retrasado.

Odio la sonrisita que siempre ponía, se creía mejor que todos. El recorrido empezó y vi que un hombre nos estaba siguiendo, aunque mantenía la distancia, la verdad no presté mucha atención a lo que Catalina decía, me limitaba a observar el lugar, esto era bastante lujoso.

Quise comprobar si aquel hombre me estaba siguiendo y cuando me adentré en un pasillo lo perdí de vista y, entonces choqué con alguien mucho peor.

—Lo siento, no te vi —cuando mis ojos se encuentran con los suyos siento que el mundo se me viene abajo.

No puede ser cierto, él no puede estar aquí ¿Qué rayos hace en el club?

—Carol —sonríe en cuanto me ve.

Odio que siga luciendo tan odiosamente apuesto.

—Nick.

—Que milagro encontrarte ¿Trabajas aquí?

—¿Es tan obvio? —me fije en una pequeña mancha roja cerca del cuello de su camisa —¿Eso es sangre?

En cuanto se percata trata de cambiar el tema, lo curioso es que nunca se pone nervioso, por supuesto, es Nick Lancaster de quien hablamos, un empresario tan reconocido como él nunca bajaría la guardia.

—Solo es una mancha.

—¿Qué te trae aquí, Nick?

—Negocios —comenta tranquilo.

Pero yo no me fío, cualquier en su sano juicio desconfiaría de él.

—¿Qué clase de negocios?

—Negocios y ya, Carol, si quieres estar enterada de lo que ha pasado en mi vida, déjame invitarte un trago ¿Qué dices?

—Estoy ocupada, lo siento.

—Sabes que no acepto un no por respuesta.

—Nick…

—Déjalo —interrumpe —encontraré una manera de convencerte. Solo vine a hacer un par de cosas, si me disculpas tengo una reunión importante a la que asistir. —Me mantuvo la mirada apenas unos segundos, seguía teniendo el mismo efecto en mí —. Por cierto, sigues siendo tan hermosa como la última vez que te vi.

Cuando se alejó fue como si pudiera volver a la realidad, ese hombre con solo mirarte te puede poner a temblar.

Regresé con el resto de chicos para terminar el recorrido y Catalina nos mostró el casino, era bastante lindo el lugar, lujoso y había unos cuantos hombres al fondo, amigos del dueño me supongo. Hubo una puerta que llamó mi atención.

Solo personal autorizado

Por supuesto, la puerta estaba cerrada.

—¿Qué haces aquí? —aparece Catalina causando que me sobresalte —¿No sabes leer? No puedes estar aquí.

Era notorio el enfado en su voz, dale un poco de autoridad a un trabajador común y corriente y se sentirá imparable.

—¿Qué es este lugar?

—Solo personal autorizado —repite como si no lo hubiera leído ya —el jefe está aquí, es hora de irnos y antes de que a ti y a tu amiguita se les ocurra hacer algo estúpido te aviso que el jefe es mío.

—¿Cómo que tuyo?

—Tienen prohibido acercarse a él ¿Entendido?

—Me meteré con quien se me dé la gana, Catalina —paso a su lado tirando su bolsa y veo el objeto que sale de ella. Un arma —¿Por qué demonios traes un arma?

—No es asunto tuyo, Green. 

Pasa a mi lado chocándome y nos reúne de nuevo a todos fuera del casino, trato de no pensar en lo que acaba de pasar, después de dar un par de explicaciones cede su lugar a quien asumo que será el nuevo dueño del club.

—Me da gusto saber que les está gustando el Golden Garden, espero que la remodelación no haya sido demasiado para ustedes.

—¿Demasiado? —susurra mi amiga —la mafia podría pasar desapercibida aquí.

—Mi nombre es Nick Lancaster, CEO de una importante empresa como ya sabrán, me complace anunciarles que soy el nuevo dueño del Golden Garden, confió en que haremos grandes cosas juntos.

—Nick… —hablé en un hilo de voz.

No es cierto, lo que me faltaba, lidiar con él todos los días. El universo tiene algo en mi contra.

—Carol —seguía en shock —Carol estás muy pálida ¿Te encuentras bien?

Mi celular comienza a vibrar y obtengo la atención de los presentes, incluida la de Nick, se apartan para que él me pueda ver, sus ojos grises recaen en los míos y ensancha su sonrisa. Asqueroso, él tenía esto planeado.

—¿Carol?

Más de uno se sorprende al escuchar que sabe mi nombre. No pienso con claridad, saco el teléfono y respondo la llamada intento librarme de este momento.

—Lo siento, debo contestar.

Número desconocido, gracias por salvarme.

—¿Diga?

—¿Carol Green?

—¿Quién habla?

—Detective Smith, departamento de policía —mi corazón empezó a acelerarse —Lamento informarle que Tamara Green ha muerto.

Mi mundo se detiene en ese momento, el ruido desaparece, mi respiración se vuelve intranquila ¿Cómo es que todo se arruinó de un momento a otro?

—¿Qué? Eso no es posible, la vi hace una hora ¿Qué ocurrió?

—Los vecinos escucharon un disparo, me gustaría poder verla para darle más detalles.

—Voy para allá.

Y sin importarme lo que suceda con Nick y la presentación, salgo de ahí tratando de no entrar en pánico y por mucho que lo intente no logro sacarme algo de la cabeza, la camisa de Nick tenía una mancha de sangre.

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