5. Realidad

—¡Amiga! Que bueno que te veo, te extrañaba bastante— Rose me abraza con fuerza y un poco tensa le devuelvo el abrazo— Sé que he estado desaparecida por los viajes, pero pienso recompensarlo, completamente.

Una gran sonrisa se asoma en su rostro. La observo, el cabello rubio perfectamente peinado, sus ojos verdes resaltan haciendo contraste con su vestido azul, ella es realmente hermosa.

—No te preocupes Rose, sé que tienes responsabilidades— le sonrío y ella se sienta frente a mí.

—Estaba pensando en que mañana vayamos a un hotel, ya reservé todo, pasaremos el fin de semana y vendríamos el lunes.

Sus palabras me toman por sorpresa, pero asiento.

—Está bien, me parece perfecto ¿Finde de chicas?— ella niega y la sonrisa se me va borrando— No entiendo entonces.

—Invité a Stella y a mi novio, Vincens llevará un amigo, ¿No es molestia, verdad?— niego.

—No, no te preocupes, igual estará mi hermana, tengo unos días sin verla, me hará bien pasar un tiempo con ella.

—¡Sí! Justo eso pensé cuando la llamé para avisarle— Rose se levanta y luego yo lo hago— Pero bueno, no te quito más tu tiempo, seguro tienes mucho trabajo, a demás yo quedé de verme con Vincens para comer. Te veo mañana, por mensaje te estaré avisando todo— me da un beso en la mejilla y cuando sale me desplomo en la silla de mi escritorio.

Qué incómodo será todo esto, he estado haciendo todo lo posible por no cruzarme con

Vincens en estas últimas semanas, él ha estado viajando, solo, con Rose, lo que en parte agradezco, pero al momento en que tiene un espacio libre me busca y tengo que ir tras él.

Todo este tema me tiene bastante nerviosa, si Rose se entera no sé como vaya a acabar todo esto.

El sonido del teléfono me saca de mis pensamientos.

—¿Sí?

—Señorita, tiene una visita— por un momento la preocupación viene a mí— Es el señor Luciano ¿Lo hago pasar?

—Claro, ya salgo, yo lo recibo.

—Como guste.

Dejo el teléfono en su lugar y me levanto, cuando salgo de mi oficina lo veo hablando con mi secretaria, me sonríe e igualmente yo lo hago.

—Luciano, que bueno verte— cuando me acerco este me recibe con un abrazo que devuelvo feliz.

Realmente me mantiene en paz ver que se encuentra bien.

—Igualmente, Danna, ¿Podemos pasar a tu oficina? Hay algunas cosas de las que quiero hablar contigo— me mira y me pongo nerviosa.

No hemos tocado el tema de Vincens y sé que eso vendrá al tema en unos momentos.

—Sí, pasa— Luciano me sigue y toma asiento frente a mi escritorio— Sé que tienes muchas dudas, intentaré explicártelas, te lo debo.

—Así es, realmente no entiendo qué pasó, ¿Cómo es que de un momento a otro Lincer dice tener algún poder sobre ti?— hace una pausa— Poniendo en un paréntesis que eres una mujer adulta y lo que yo pensaba soltera.

—Lo soy— digo interrumpiéndolo.

—¿Lo eres? Eso no fue lo que Vincens quiso dejar dicho, a demás ¿Qué Vincens no está saliendo con tu amiga?— mi boca se cierra y se abre sin saber qué decir correctamente— ¿Danna?

—Sí, pero es una historia bastante complicada, él y yo fuimos pareja hace unos años, luego regresó y…

—Son amantes— dice él y no puedo negarlo, porque eso es lo que somos— No soy quién para meterme en la vida de los demás, cada quien que lleve sus pecados y sus culpas— él se levanta y yo también lo hago— Mientras esas cosas no me salpiquen lo que no fue el caso.

Me acerco y tomo sus manos.

—Lo siento, de verdad, lamento lo que Vincens y sus hombres hicieron. Por la misma razón he estado alejada de ti, no sé cómo lidiar con él y toda esta locura.

—Él tiene pareja, Rose, ¿No? Entonces es muy cínico de su parte creerse tu dueño cuando; perdón que te lo diga, no eres más que la segunda, porque a ella es a quien conocen como su mujer ¿No fue eso lo que él dijo que eras? Su mujer, esa es Rose, no tú.

Sus palabras me avergüenzan de cierta manera, sé que tiene razón y eso es lo que más siento.

—¿Piensas que no lo sé? Pero te repito, no sé cómo lidiar con esta situación.

—Ponlo en una balanza, ¿Qué te brinda esto y que te quita? ¿Realmente vale la pena lo que tienes con Vincens? Si no es así, termínalo.

Me rio y él me mira con seriedad.

—No es tan fácil como supones, créeme, no es tan fácil.

—Tú sabrás Danna, lo dejé pasar esa vez, pero una próxima no lo haré. Arregla tus cosas con él y pon los puntos claros, luego te buscaré para hablar de negocios y por lo otro, ahí tienes mi número, hasta luego.

Luciano se acerca y deja un beso sobre mis labios, beso que recibo y luego lo veo marcharse.

Me voy a volver loca, ¡Loca!

Termino algunos trabajos pendientes de la empresa, como de clientes fuera de esta cuando doy por terminada mi jornada laboral. Tomo mis cosas y salgo de la oficina.

—Oye, Emily, ya puedes irte, no estaré por aquí hasta el lunes en la tarde, cualquier cosa me la haces saber y si tengo algo que decirte igual te llamaré ¿Está bien?

—Sí, señorita, que tenga buenas noches.

—Igualmente, Emily.

Me despido y salgo de la empresa, cuando estoy en mi coche respiro profundo, pienso en que haré ¿Qué prosigue? Las palabras de Luciano aún rondan en mi mente.

«No eres más que la segunda, porque a ella es a quien conocen como su mujer».

La segunda, la mujer a la que acude cuando está caliente y ella no está cerca, a la que le da las sobras, con la que se desahoga, eso soy.

Y yo no quiero ser eso.

Manejo hasta mi departamento y al llegar me encuentro con Stella, mi hermana.

—Vaya, hasta que llegas— dice mientras se acomoda en el sofá.

—Avisa que estás aquí, casi me matas de un susto, creí que se habían metido a robar, si sigues haciendo eso te voy a quitar la llave.

—No seas exagerada, como mañana iremos al hotel con Rose, pensé que era mejor irnos juntas y que no vayas a tener que pasar por mí.

—Oh, si piensas— Stella me lanza un cojín y me río— Ya, es solo una broma ¿Cómo te ha ido esta última semana? Ni las sombras de ti.

—Estaba algo ocupada con el trabajo, tenía planos y proyectos pendientes— menciona y en sus gestos puedo notar lo estresada que está solo de hablar de ello— Por eso no dudé un segundo en aceptar los planes de Rose.

—Me lo dijo hace unas horas, me tomó por sorpresa.

—No, a mí me lo dijo hace unos días— Stella me toma de las manos, llevándome a sentarme junto a ella— Oye, hablando de Rose, ¿Cómo llevas lo de Vincens? ¿Qué has hecho?

—¿Que qué he hecho? Pues nada, aquí sigo, siendo la otra, su amante. ¿Qué irónico no? Un día fui la oficial, si a eso se le pudo llamar así, y hoy estoy siendo la que busca cuando su novia no está disponible.

—Danna, no…

—Stella sí, sabes que es así, no queramos disfrazar las cosas, porque esto no tiene otro nombre. Vincens en cualquier momento se va a aburrir de mí, quizás vuelva y desaparezca o tal vez yo lo haga de su vida.

—O todo se sepa y se arme un buen problema— la miro mal— ¿Qué? Sabes que esa en una opción que no puedes descartar, bien dicen que en esta vida lo único verdaderamente cierto es que todos vamos a morir y ninguna mentira es eterna, tarde o temprano sale a la luz.

—Ya no me hagas sentir más mal— digo mirando mis manos y ella las toma nuevamente haciendo que la mire a los ojos.

—Sabes que te amo y todo lo que te digo es por tu bien, corta esto que tienes con Vincens, sé que te gusta, que fue tu primer hombre, pero no está bien lo que están haciendo, menos a Rose, quien se ha portado tan bien con todos.

Me recuesto sobre su hombro y ella acaricia mi pelo.

—Piénsalo.

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