Kimberley salió de la habitación dejando la puerta abierta, bajó las escaleras y vio que Francis estaba caminando hacia la entrada, se quedó parada en el final esperando a que el joven abriera.
Unos segundos después estaba ingresando por el pequeño corredor que unía con la sala junto a Leila.
—Prefiero no hablar de eso en este momento —respondió la joven a la pregunta que le había hecho Francis.
—Hola Leila, muchas gracias por venir. —Saludó a la joven con dos besos.
—Es un placer, tenía un poco de tiempo por eso me ofrecí. —Sonrió—. ¿Dónde está la pequeña? —preguntó.