—Quédense a pasar la noche —pidió Beth luego de la cena, al ver que Tess empezaba a alistar a los niños para irse—. Ustedes no tienen coche, y mañana es domingo… Me encantaría que se quedaran, ¡llevaba tanto tiempo sin verlos!
—August tiene que trabajar —arguyó Tess, mirándolo, y éste sólo se encogió de hombros.
—No mañana —contestó.
—¿Quieres quedarte?
—Si se quedan tú y los niños, sí.
—Pero…
—Fantástico —sonrió Beth tomando aquello como un sí y se puso en movimiento—. Arreglaré la habitación de siempre.
—Beth, linda…
—Oh, cierto… —se detuvo la mujer mirándola un poco desconcertada—. Ustedes ya no duermen juntos.
—E