Capítulo 127.
En el hospital buenaventura el mismo, en el que tiempo atrás había dado inicio a toda esta locura, ahora Luisa iba recorriendo los pasillos como un alma en pena.
No perdía oportunidad de llorar y mostrar lo desgarrada y atormentada que estaba por quizás… solo quizás perder a su esposo.
— No puede ser, no puede ser— repetía una y otra vez— Dios no me lo quites— susurraba ella como un tipo de mantra cuando notaba que alguien se acercaba a ella— finalmente quiero ser feliz, dame todo lo que necesito para poder conseguirlo.
Sus ojos se encontraban hinchados y en sangre por haber llorado tanto, cualquiera que la viera pensaría que era una esposa abnegada y amorosa de su pareja.
En ese momento su teléfono suena, ella se libera la garganta y responde, no dice nada, se queda completamente en silencio y después de cortar esa llamada su rostro se mantiene imperturbable, cosa impresionante porque su actitud había cambiado de un segundo para otro.
Comenzó a hacer llamadas sin obtener respuesta y