Por Alejandro
En un momento la llevé a la oficina, la que a veces usamos cuando no queremos que las azafatas nos interrumpan mientras trabajamos.
Ella tomó la notebook y entró detrás mío.
Yo dejé que la abriera y se conectará a internet, en realidad no quería trabajar, solo necesitaba estar a solas con ella.
Le pregunté algo sobre el evento y ella verificó los datos.
Luego me acerqué, inclinándome sobre su silla y comencé a besarle el cuello.
Ella se sobresaltó.
La hice parar para poder abrazarla, necesitaba sentirla cerca, pegada a mí.
-Decime que no te interesa ninguno de esos estúpidos.
Casi ruego por su respuesta.
-Ale, no me interesan, no sé qué te pasa.
-Te deseo, quiero que nuestros cuerpos estén juntos, entrelazados, hacerte vibrar y que estés loca por mí.
-Ale…ya te dije…
-Vale, no aguanto más sin hacerte el amor.
La siento estremecerse.
La beso con locura, mis manos van a su zona íntima, está húmeda y ya quiero poseerla.
-No, puede entrar alguien.
-No me importa.
-Están tu