Para todos ellos, el nombre de Gabriel era como un dios. Inalcanzable.Estaban en categorías completamente diferentes.
¿Qué acababa de escuchar?
¿Ana era esposa de Gabriel?
¡Eso era una locura!
Tenía que ser falso.
Seguramente Ana quería guardar las apariencias y había planeado esta actuación con Javier.
Ricardo no podía creer que esta hija que alguna vez consideró desechable, ahora hubiera volado tan alto.
Lucía, con los brazos cruzados, lo miró con desprecio.
—¿Qué, no lo entiendes? Ana es la esposa de Gabriel Urquiza. De ahora en adelante, más le vale tratarla con respeto.
—O sino...
La sola idea la hacía sentir satisfecha.
Continuó: —O los Ramírez quebrarán.
Sonaba como un cliché de novela de magnates, pero en la realidad era tremendamente satisfactorio.
...
En la habitación de cuidados especiales.
Gabriel yacía quieto en la cama, pálido, con los ojos cerrados.
Frágil como el cristal.
Más débil incluso que la última vez que Ana lo vio.
Javier le había dicho que Gabriel había aguanta