Selina estaba confundida. Maldición, Paula había enloquecido completamente. La idea de difundir rumores sexuales sobre una chica despertó un sentimiento de rechazo en el interior de Selina. Apretó los labios mientras su mirada se tornaba fría.
—¿A quién llamaste? —preguntó Selina.
—¡A Mateo y Gabriel! —respondió Paula.
Selina entendía por qué Paula llamaría a Mateo, pero ¿por qué también a Gabriel? Ana no tenía ninguna relación con los Urquiza.
Al notar la confusión en los ojos de Selina, la mirada de Paula se transformó repentinamente en una de lástima.
—Selina, olvidé contarte algo. Te han robado en casa.
Selina quedó aún más desconcertada.
—¿Qué robo?
—¡Mi tío, que es tu primo, ha caído en las garras de Ana!
...
Tadeo y Ana esperaban en la esquina a que el conductor trajera el coche. El joven, vestido con una sudadera negra con capucha, tenía una figura esbelta. Su piel color miel reflejaba su vitalidad y salud. Mientras manipulaba su teléfono, de repente entró una llamada. Tadeo se