Ares
Un mes después…
León caminaba por el pasillo de la pequeña iglesia de Monte de oro, junto a la Vicky su mejor amiga del colegio. Nos pareció justo que la propusiese a ella para que lanzara los pétalos de rosas, ya que no tenía sobrinas por el momento.
Atravesaron el lugar repleto de familiares de amigos, concentrados en llegar a donde estábamos esperándolos, con una sonrisa y los brazos abiertos.
Él caminaba a su lado con los anillos sobre una almohadilla de terciopelo negro, mientras ella lanzaba los pétalos con su pequeña mano enguantada.
Cuando León llegó a mi lado, curvó los labios en una sonrisa y agitó su manecita, antes de darle los anillos a mi padrino: Aquiles.
Se veía adorable en ese pequeño esmoquin a medida, que era exactamente idéntico al que usábamos los tres de Hugo Boss.
Tiró de la manga de mi saco y me agaché para poder escucharlo sobre el sonido de la sangre rugiéndome en los oídos. Los nervios estaban acabando conmigo. Apenas si lograba mover las manos por