Capítulo 14

Divisó el enorme portón de rejas y sus pasos se detuvieron, ¿qué estaba haciendo? No, Santiago necesitaba tener respuestas, aclarar su mente y la única que podía darle todo eso era la chiquilla. Giró sobre sí, regresando por el sendero que conducía a la puerta principal.

Dejó el caballete y el maltratado bolso a un lado de la puerta y, sin dudar un segundo, llevó su mano al picaporte y lo hizo girar. La puerta se abrió sin problema alguno e ingresó a la casa. No se detuvo a mirar los lujosos muebles ni las cortinas de seda italiana, se situó al pie de las escaleras, con la mirada fija como la de un halcón.

—¡Olivia! —exclamó—. Olivia, necesitamos hablar.

No obtuvo respuesta, pero si había algo que caracterizaba a Santiago era su insistencia cuando algo quería. No se daba por vencido tan fácilmente, nunca lo

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