Abrió la puerta de su habitación para dejarla entrar y, al cerrarla, la sujetó contra la pared. Su brazo la rodeó por la cintura y su boca se posó en la de ella con un beso lleno de una pasión que no había sentido en siglos. Lucas la condujo a la cama y la desvistió lentamente, besándole el cuello y las orejas. Pronto estuvo tumbada en la cama, cubierta solo con piel, frente a él. Entonces él se desnudó, dejando al descubierto su pene erecto, que palpitaba al ver su cuerpo desnudo, antes de sentarse a su lado. Esa boca de nuevo sobre la suya, su lengua separando sus labios, y una oleada de pasión la recorrió mientras unas manos fuertes y ásperas exploraban su piel desnuda. Su cálido aliento en su oído y una explosión de piel de gallina en su costado.
"Ahora eres mía", fue todo lo que oyó. Más besos, algunos suaves, otros no tanto, luego su lengua separó sus labios. Él succionó su lengua dentro de su boca mientras sus manos exploraban su suave cuerpo. Aún más besos hasta que cambió de