Él hizo una breve pausa y luego se acomodó, embistiendo su gruesa polla contra su clítoris una, dos, tres veces, cada vez con más fuerza. Ella se encogió cuando él le abrió aún más las piernas, pero gimió cuando él se inclinó y volvió a lamer su coño, bañándolo en dulce ternura. Ella se estremeció y gimió ante la adoración, sintiendo de nuevo el borde del orgasmo.
Luego volvió a subir y continuó follándola, empujando las caderas hacia adelante, apoderándose de su coño con toda su longitud; nada en este mundo podía compararse con el placer de él deslizándose suavemente dentro de ella, y ella sintió una fuerza inesperada que me invadía. Se aseguró de responder a su presión con la suya, empujando las caderas hacia adelante, deseando sentir cada centímetro.
Solo pudo gemir cuando la embestida en su coño adquirió una nueva velocidad y sintió que su orgasmo se acercaba. Sintió que él explotaba en su coño primero, con su pene palpitando y pulsando durante un largo rato, sintiendo como si aca