Capítulo 12. Un tonto amor
Luciana se quedó estupefacta, sin saber cómo reaccionar ante aquella noticia. ¿Cómo era posible que estuviera embarazada, si desde que se había casado apenas había estado unas pocas veces con su marido? Y esas pocas veces, él ni siquiera estaba consciente del todo… pues siempre había estado borracho.
Instintivamente, llevó su mano al vientre y lo acarició con suavidad, mientras preguntaba con voz quebrada:
—¿Y… el bebé está bien, cierto?
—Sí —respondió Eilam—. Ya pasaron la semana de crisis, pero debes tener mucho más cuidado de ahora en adelante.
Ella no podía creer lo que estaba escuchando. Estaba embarazada… y en ese instante, las lágrimas comenzaron a correr por su rostro, aún más cuando Eilam le explicó que estuvo a punto de perder al bebé por todo el tiempo que había pasado en el mar.
En ese instante, Luciana se dijo que todo lo que había tenido que soportar por culpa de esa familia lo pagarían muy caro. No por ella, sino por su bebé, que sin conocer este mundo ya había sufrido