Cuando Olivia llegó al estudio y vio el semblante de Maximiliano, sintió un ligero escalofrío, pues esa expresión le recordó la forma en que él la miraba cuando recién había llegado a esa familia.

En aquellos días, Max siempre le repetía que ella no era su hermana, sino una simple niña que su familia había recogido; por eso debía mantenerse lejos de él y de sus cosas, o lo lamentaría después.

Peor aún fue la reprimenda de aquel día en que la encontró en su habitación, dado que casi la estrangula por tocar sus pertenencias sin su permiso.

Aquella vez sí logró asustarla con sus amenazas, hasta que, de la noche a la mañana, comenzó a tratarla bien, como si ella fuera lo más importante en su vida y empezó a colmarla de regalos y a cuidarla, como si realmente la considerara su hermana pequeña y la amara con todo su corazón.

Recordando eso, Olivia le regaló su mejor sonrisa, convencida de que, en aquel entonces, había sido su sonrisa la que lo hizo cambiar de parecer.

Pero esta vez estaba m