Por el lado de Maximiliano, después de que Luciana se fue de su estudio, quedó pensativo, ya que le creía a su esposa en todo lo que le había dicho; sin embargo, lo que lo inquietaba era pensar en la clase de mujer manipuladora en la que se había convertido Olivia… o quizá siempre había sido así, y él había sido el único engañado por su carita de “yo no fui”.

Ahora, tras el reproche de su mujer por haberle creído siempre a Olivia por encima de ella —su propia esposa—, y que esta tuviera que presentar pruebas para que él le creyera, se dio cuenta de que todo lo que Luciana decía era cierto.

El problema no era si le creía o no… el problema era que había vivido engañado todo este tiempo por la dulce y tierna fachada de su hermana, quien siempre encontraba la forma de sembrar ideas en contra de Luciana. Olivia, sin duda, era una maestra de la manipulación, y él no lograba entender cómo había caído tantas veces en sus maquinaciones perversas contra su esposa.

Él sabía que muchas veces habí