22. CAPÍTULO

—Shhh —le puso un dedo en los labios, se le cortó la respiración —. Date la vuelta y deja que mire tu hermoso cuerpo, cariño…

¿Cariño? Eso era una burla, un golpe, se giró porque no tenía que otra cosa hacer. Y apretó los ojos fuertemente. No los abrió, se quedó así, tragando varias veces para deshacer el amarre que se formó en su garganta. El toqueteo empezó desde su trasero, descendió en una hilera lenta a través de su dorsal lo que le provocó un escalofríos eterno y despiadado. Vico pegó su bulto contra ella, sentirlo así le paró el corazón. Ese idiota estaba excitado a su costa, lo que le dio asco, una repulsión que llegó hasta su garganta. No vomitó, hacerlo pudo haberle traído peores consecuencias.

No tomaría ese riesgo. Eso no.

—Te haré cosas que ni te imaginas, y no quiero objeciones, que grites, porque seré inflexible —declaró, hablaba en serio, ella no se atrevería a hacer lo contrario.

—No me hagas daño, solo no me hagas daño —susurró
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