— Suéltame — se quejó Alexandra, intentando desesperadamente alejarse de quien fuera que la tuviera atada de manos, la venda que cubría sus ojos se deslizó y finalmente le obligaron a sentarse en una silla metálica, estaban en una habitación con iluminación pobre, y frente a ella, su padre.
— No seas brusco, Ixander — se quejó Pietro, y Alexandra se congeló al mirar hacia su izquierda, donde Ixander, el mismo Ixander que siempre estaba junto a Nikolay, la desataba y le quitaba por completo la venda de los ojos — Mucho mejor
— ¿Trabajas para Pietro? — preguntó Alexandra, sin entender nada, después de todo, Ixander era la persona en a que Nikolay más confiaba en el mundo, pero el hombre se limitó a encogerse de hombros
— Él no creerá lo que le digas — le aseguró, antes de alejare, sus manos est