En ese momento, ella lo invitó repentinamente a cenar, y Pedro sintió que aquella sensación desagradable en su interior se intensificaba aún más.
—Si tienes algo que decir, dilo directamente, no hace falta ir a ningún restaurante. —dijo Pedro mientras tomaba asiento en el sofá.
Bella no se sorprendió al escuchar sus palabras, e incluso esbozó una sonrisa. —Está bien.
Respondió, y se dirigió a la habitación.
Pronto, salió sosteniendo dos documentos en sus manos.
Pedro sabía perfectamente de qué se trataba. Frunció el ceño: —Bella, ¿acaso no me expliqué bien aquella noche o crees que te he descuidado estos días y quieres que pase algo entre nosotros?
Ciertamente, era vergonzoso que un presidente de empresa como él utilizara ese tipo de lenguaje tan infantil.
Bella lo criticó mentalmente y colocó los documentos frente a Pedro.
—Pedro, hoy no vine a discutir contigo ni a enojarme. Antes, cuando estuviste enfermo y tenías mucho trabajo acumulado, no tuve oportunidad de hablar bien este asun