Julio fue sacado de su rutina por el director del hospital, un amante de las montañas.
Al principio, no quería unirse a la diversión, pero una frase casual del director cambió su opinión.
—Julio, no puedes estar siempre tan sombrío. Sal un poco, ¿qué chica va a interesarse en alguien con esa actitud?
La noticia de su fracaso en la conquista de Elena había circulado por el hospital, y el director, por supuesto, había oído hablar de ello.
Esa queja le recordó a Elena; ella le había dicho antes que era demasiado serio y que le gustaría que él se tomara un tiempo para salir y disfrutar.
Cuando estaban en el país de Ligama, él la llevó a pasear varias veces, y Elena estaba feliz y satisfecha, incluso bromeó diciendo que era su luna de miel.
Así que Julio aceptó la sugerencia del director.
Sin embargo, no esperaba que al llegar a la cima de la montaña, deseando disfrutar del paisaje, se encontrara con Elena acurrucada en los brazos de un hombre apuesto.
El hombre le sostenía el rostro, besán