La voz de Pedro tenía un ligero tono grave: —Bella, tengo hambre.
Bella había querido decir que su hambre no tenía nada que ver con ella. Pero de pronto recordó que había prometido ir al hospital a cuidar de Pedro ese día.
Aunque para Bella, Pedro no necesitaba que alguien estuviera a su lado cuidándolo todo el tiempo, ella sentía que debía ir, pues Pedro le había salvado la vida, y aunque fuera por humanidad, ella tenía que ir.
Así que Bella dijo: —Pide algo de comer tú mismo, yo iré más tarde.
Pedro preguntó: —¿Qué quieres que pida?
Bella sabía lo que Pedro quería decir, así que respondió directamente: —Yo ya comí.
—Bella, a esta hora, ¿dónde comiste? —preguntó Pedro con entendimiento.
—Yo...
—Me duele el hombro, no puedo comer solo.
Luego Pedro agregó: —Si ya comiste, ven en unas horas cuando puedas comer conmigo.
Bella se quedó sin palabras.
¿Acaso Pedro pretendía que ella tuviera que acompañarlo a comer sí o sí?
Bella recordó los días en Villa Dragón, cuando ella misma le preparab