"Gracias". Deirdre se tensó el cuello y miró al suelo. Su voz era suave. "Tanto por ayudarme a reparar el teléfono como por salvarme de ahogarme".
Brendan estaba lejos de ser un hombre bueno y decente, y no era ajeno a todo tipo de transgresiones imperdonables. Pero, al menos, la gratitud de Deirdre era sincera en ese momento. Le había salvado la vida.
"No es nada". Brendan contempló el semblante pálido y medio traumatizado de la joven y luchó contra el impulso de abrazarla. "No te preocupes. Cualquiera que se atreva a tocarte un solo pelo de la cabeza lo pagará. Si todo sale exactamente como lo he pensado, la vida de Zinerva Cole en Eastgene está acabada".
A Deirdre no podía importarle menos. Tampoco trató de disuadir a Brendan. Simplemente asintió y dijo: "De acuerdo".
"Descansa un poco", dijo él mientras ella se dirigía hacia la puerta. "Nos vemos mañana".
Deirdre se quedó sorprendida. Levantó la cabeza y exclamó: "Espera, tú-".
"Mi habitación está al lado. Si necesitas algo,