A Deirdre le ardían las mejillas. Si lo admitía, ¿no parecería que le importaba mucho lo que Kyran pensara de ella?
Los labios de Kyran se curvaron. Su sinceridad brotó al teclear: "Me alegra oír que te importa lo que pienso".
Deirdre agachó la cabeza, pero por más que buscó no consiguió ningún buen contraargumento. "¿Y? ¿Por qué no dijiste nada entonces? A menos que tanto el señor Engle como el señor King estuvieran mintiendo...".
"Tal vez lo estaban, pero ¿qué hay del hombre que te coqueteó? ¿De verdad crees que estaba mintiendo?", argumentó Kyran, con los ojos clavados en los de la mujer ciega. Estaban desenfocados y vidriosos, pero los ojos de ella siempre habían sido tan claros y transparentes.
Él bajó el volumen del teléfono. "Siempre has sido hermosa, Deirdre. No reaccioné entonces porque...".
Silencio. Su teléfono dejó de hablar por él. Deirdre no había tenido tiempo de preguntarse qué había pasado cuando sintió que él se acercaba lentamente.
Podía sentir su aliento sobr