Después de eternos meses en donde los obstáculos fueron superados con un éxito magnífico, hoy finalmente puedo decir que la era Montero quedó en el pasado para dar paso a la era Han.
Si, oficialmente soy la novia de Han Emris.
Con mi edad, más bien debería de decir que ya soy la señora Han.
Irónico que piense así cuando no soy una mujer anciana, soy joven aún y repleta de vida, tanta como para esperar por otro hombre aún mejor hasta los cuarenta.
O sería así si mis convicciones no fueran tener un hijo antes de los 30, siendo más específica, a los 28 años.
Aunque dudo mucho que exista un hombre mejor que Han Emris, para ser sincera.
—¿Entonces era una farsa que comprarías el terreno?
De camino de regreso a casa solo miraba a Han Emris manejar, cubriendo mi cuerpo con una cobija que me dio el hombre para que no me entrará el frío durante el viaje.
—¿Por qué preguntas? ¿Acaso te gustó este?
—Es bonito.
—Pues podría considerar comprarlo. El dueño me lo ofreció desde un principio, pero re