Invitación

Arianna se vinculó a la revolución y descubrió que los hombres con los que llevaba un año entrenando también apoyaban la causa, así como casi todos en la manada, las mujeres no peleaban, pero servían de mensajera, preparaban alimentos y daban refugio a los soldados que venían de lejos, eran varias manadas y muchísimos hombres los que se oponían al alfa Dominique, hombre que vivían ocultos en el bosque, así como Nick. Los meses siguieron pasando y llegó una invitación a la mansión, el alfa Dominique se retiraba y le pasaba su puesto a su legítimo heredero Lucían Leroy, era más bien algo simbólico donde todas las manadas daban su aprobación por el nuevo rey de alfas, debían asistir todos los alfas con sus respectivas familias. La ceremonia en realidad era un disfraz para un cita a ciegas donde el nuevo rey de alfas escogería su Luna.

Ahí fue cuando en la novela original Lucían y Arianne se conocieron, él la conquisto desde el primer momento y le pidió a su padre que les permitiera casarse, pero ahora Arianna sabía que todo había sido un plan de Lucien para atrapar a su padre y poder asesinarlo. Sabía que ella no le importaba en lo mínimo y no pensaría dos veces antes de condenarla a la muerte.

La noche antes de partir a la capital los principales lideres de la revolución se reunieron y el alfa Gerald llevo a su hija con él. Los planes habían cambiado, tenían pensado en un principio atacar mientras Dominique aún era el alfa pero el nuevo cambio de poder adelantaba sus planes, Nick debía entrar en escena ahora y frustrar los planes del Alfa Dominique, las leyes de la manada decían que si un alfa tenía más de un hijo, y alguno no estaba de acuerdo con la elección de sucesor de su padre, podría solicitar una apelación a los demás alfas y si era aprobada por mayoría de votos ambos hijos debían enfrentarse a una competencia justa y solo el mejor heredaría el cargo. Por esta razón Nick aparecería durante la reunión del consejo, debía viajar también la cuidad por separado y mantenerse oculto hasta que llegara su momento. Todos los planes estaban hechos y a la hora de despedirse Nick se acercó a Arianna.

- ¿Vas a continuar sin hablarme? ¿A tu padre lo perdonaste, por qué a mí no puedes?

-  Porque con mi padre nunca fui tan sincera como fui contigo y poque a él no le entregue mi confianza como hice contigo, así que si quiero seguir sin hablarte lo voy a hacer.

- Está bien, toma el tiempo que necesites, pero recuerda que puedo morir la próxima semana y entonces lamentarás no decirme muchas cosas. – Arianna bufó y se marchó y cuando se iba lo escuchó decir.

- adiós, Anna.

- adiós NikClaus.

El viaje de Arianna fue más largo que el del resto, porque ella aun no tenía a su loba y debía ir en carruaje, mientras que la mayoría viajó en su forma de lobo y enviarían el equipaje atrás. Cuando por fin llegaron fueron la última manada en hacerlo. La tradición indicaba que lo primero que debían hacer era presentarse ante el Alfa y así hicieron. Arianna no le había contado nada a su padre, pero ella había trazado su propio plan, bien sabía que Lucían intentaría conquistarla y ella decidió seguirle la corriente y ver si podía conseguir alguna información, saber cuánto sabia sobre el grupo de rebeldes y evitar ese catastrófico futuro que solo ella conocía.

Cuando llegaron a la sala de audiencia el rey Alfa Dominique aún se sentaba en el trono y su hijo se sentaba a su izquierda con un aire despreocupado. La cautivadora belleza de Lucían llamó la atención de Arianna, había leído una descripción de él, pero verlo de frente era más impresionante. El futuro rey alfa tenía los cabellos rojos fuego como su padre y unos impresionante ojos verdes.

- Bienvenidos a la capital - dijo el Alfa Dominique

- Es un placer estar presente en un evento tan importante y trascendental- respondió el alfa Gerald – permíteme presentarle a mi hija Arianna Dubois.

- Oh, la pequeña Arianna, as crecido para convertirte en una mujer hermosa, te pareces mucho a tu madre. – Arianna se tensó antes la mención de esta, pero logro controlarse y sonrió

- Muchas gracias por su elogio su majestad, es un placer gozar del privilegio de su presencia.

- Si el Alfa Gerald me lo permite me encantaría mostrarle las instalaciones a la señorita Arianna- en los ojos de Gerald brillo fuerte y claro el no al escuchar al heredero de su mayor enemigo, pero incapaz de negarse y levantar sospechas sobre su lealtad no le quedo otra que sonreír.

- Si mi hija acepta no veo razón para negarme.

- Encantada de gozar de su compañía y atención – respondió Arianna sonriendo coqueta y su padre la miró extrañado como si le hubiera salido una segunda cabeza, era la primera vez que veía a su hija comportarse así.

Arianna por su parte estaba feliz, esta vez conocía las intenciones ocultas de Lucían y no tenía pensado caer bajo sus encantos. Sus objetivos estaban claros y haria lo que fuera para vengar la muerte de su madre y los años de dolor de su padre y sufrimiento de Nick, que a pesar de no querer hablarle seguia guardando un cariño especial por su amigo y no olvidaba todo lo que le habian hecho siendo tan solo un pequeño cachorro. 

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