Un fuerte disgusto me invadió. Retrocedí medio paso para evitar la mano de Kane que me ofrecía el anillo.
—¿Te has equivocado? ¿Acaso la persona que te gusta no es mi hermana Lina?
Al ver eso, Kane se puso de pie y extendió la mano para detenerme, pero Lina lo agarró fuertemente del brazo y él solo pudo gritar:
—Eva, déjame explicártelo. Todo es un malentendido. Tú eres la única en mi corazón, nadie puede compararse contigo.
—Eso no fue lo que dijiste antes —dije con una carcajada burlona—. Dijiste que después del matrimonio, solo tenía que ser obediente y no preguntar sobre cosas que no me competían. Además, dijiste que yo no tenía derecho a interferir en tus asuntos con Lina.
—Eso fue un momento de locura —respondió con una expresión de urgencia en el rostro, aunque su tono era falsamente sincero—. ¿Cómo iba a tratarte así de verdad?
Al escuchar esas palabras, las lágrimas de Lina cayeron sin parar:
—Kane, tú me dijiste que me querías más que a nadie, que yo era más dulce y razonable