Capítulo 11
Cayó la noche y Keith entró en la habitación.

Yo estaba acurrucada en la cama y vi cómo él cerró la puerta de golpe.

—¿Qué haces de pie? —Le di unas palmaditas a mi lado y le dije intencionalmente—. ¿Acaso después de casarnos, vas a seguir aquí de guardia?

Él no dijo nada. Avanzó con grandes pasos, se quitó la capa exterior y mostró sus hombros y espalda con contornos duros y angulares.

En su cuerpo, las viejas cicatrices se entrecruzaban con las nuevas, huellas de sus constantes batallas.

Se inclinó y me sujetó los hombros, atrapándome entre su brazo y la cama. Su aliento olía a un fuerte licor de pino: —¿Quién me dijo hace un momento que subiera a la cama?

Alcé la vista notando que su mandíbula estaba tensa, le toqué el lóbulo de la oreja y efectivamente, estaba abrasadoramente caliente.

—¿Qué pasa? Príncipe Keith, ¿acaso no te atreves a tocarme?

Él se echó a reír bajito y me mordió la comisura de los labios con una fuerza innegable: —Tú eres mía. ¿Por qué no me atrevería?

Pero cuand
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP