Dame una oportunidad

—Cuando gemías mi nombre, parecía que eras mía —dice Alex abrochándose los pantalones, yo me puse el pantalón y el sujetador, teniendo en cuenta que no tengo una blusa para salir.

—Pues, pensaste mal, porque yo podría gemir el nombre de cualquier hombre, pero eso no significa que sea de él —digo, él se encoge de hombros.

—Estabas gimiendo mi nombre, por lo que sí, eres mía —dice, yo ruedo los ojos, sé que lo esta haciendo para fastidiarme.

—Piensa lo que quieras, pero no es así —digo, me mira el pecho—. ¿Ahora cómo voy a salir? —

—Tendrás que quedarte en mi oficina todo el día —dice.

—¿Cómo voy a hacer eso si tengo que trabajar? —digo alto, Alex hace un ademán de taparse los oídos.

—Estoy justo a tu lado, no es nece

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