—Mira a través del cristal.— estábamos en una especie de fábrica aparentemente abandonada desde el exterior. Por dentro estaba reformada, con las paredes desnudas y sin muebles.
María estaba en una cama, llevaba un pijama de color rosa, en la mesilla tenía una bandeja con agua y un sandwich.
—Es uno de esos espejos trucados que salen en los interrogatorios de las películas.— interrumpió Ayax. Tengo que admitir, que pese a estar atada, no parecía un secuestro.
—¿Por qué la tenéis aquí?— no cuadraba con ninguna de las teorías. Si fuesen tan buenos, no habrían raptado a una chica, y si fuesen tan malos ella ya estaría muerta.
—Me disparó cazando.— solté un sonido de sorpresa.— Duke estaba contigo cuando Max y yo la sentimos...—fruncí el ceño.— Huele casi como tú, dulce pero sin esa especie de picor refrescante al final.
—¿Significa que es como yo?— no podía quitarle los ojos de encima.